Había una vez un chico de 16 años muy depresivo, tímido, pesimista. Sus días le parecían una mierda. No tenía ganas de seguir viviendo en este mundo lleno de hipócritas, falsos.
Él pensaba que tenía muchos amigos, a quienes conocía por la famosa red social "Facebook". Tenía algo así como 3.000 "amigos", pero no podía hablar con ninguno sobre sus problemas. Todos le contaban sus problemas a él, pero cuando él quería hacerlo todos lo ignoraban o decían que se tenían que ir.
En el colegio también andaba solo. Se le acercaban dos compañeros para hablarle, pero él quería estar solo por el simple hecho de que aprendió a odiar.
Un día, un 24 de octubre a las 8 de la mañana, agregó a otro chico un año mayor que él. Lo aceptó a los 5 minutos. Hablaron y hablaron durante una hora y media y sentían que se conocían desde hace mucho tiempo. Y ese mismo día decidieron encontrarse y hablar cara a cara.
Llegó la hora del encuentro. Ambos cayeron en el lugar en donde acordaron. El chico de 16 años, al verlo, sintió que su corazón empezó a latir rápido, pero no sabía el por qué y no le importó mucho en ese momento.
Después de pasar una tarde juntos se tuvieron que despedir. El menor se puso mal porque sabía que lo que le pasó apenas lo vio no era normal, sentía que había un sentimiento oculto pero no lo quería aceptar.
Pasaban los días y se la pasaban hablando día y noche a través de mensajes, chat, Facebook. Cada vez que recibía un mensaje del mayor se ponía feliz. Al conocer a ese nuevo chico su vida dio un giro de 180°. Todo cambió completamente.
Hasta que un día aceptó la realidad, y sabía que lo que sentía era amor. Amor por alguien del mismo sexo, pero no le importaba, era amor en fin.
Seguían pasando los días, los mensajes iban y volvían. Hasta que en un mensaje decide ponerle "Te amo mucho". Lo envió con miedo. Con miedo a perderlo. Con miedo a que su vida vuelva a ser la misma mierda que antes de conocerlo. Pero se llevó una sorpresa, en la respuesta del mensaje le llegó "Yo también te amo mucho, sólo que tenía miedo a decírtelo".
Pasó a ser el chico más feliz del mundo, diría.
Sus mensajes de amigos se convirtieron en mensajes de amor, donde lo único que se decían eran lo mucho que se amaban y lo mucho que se querían ver.
Se volvieron a ver, no sabían bien cómo hacer las cosas ya que era la primera vez de ambos en estar en "algo" con una persona del mismo sexo. Se sentaron en una plaza, y dejaron que todo fluya. Sólo hubo abrazos y mordidas de cuello, pero la pasaron bien. Hora de despedirse, ambos tristes pero sabían que podían seguir comunicados a través de los mensajes.
El mayor se fue de vacaciones, mientras el menor se quedó en el país extrañándolo mucho y deseando volver a tener un abrazo de él. Esos abrazos que lo hicieron sentir en el cielo.
Volvió de las vacaciones. Decidieron volverse a ver.
En esta salida ya sabían más o menos cómo hacer las cosas y todo empezó con un abrazo tierno y fuerte. Ese abrazo que dice "Te extrañé mucho, no aguanto estar sin vos". Se sentaron de nuevo en una plaza, pero esta vez hubo un beso. El primer beso entre ambos. Sus labios no querían separarse. Esa tarde estuvo llena de besos y abrazos.
Llegó la hora de despedirse, y lo hacen con un beso en la boca, no les importaba que la gente los viera, total, eran felices.
Todo continúa a través de mensajes. Pero al cabo de unos días, el menor nota algo muy extraño en los mensajes que recibía. Ya no tenían la misma esencia que antes. Los "te amo" del mayor cada vez se iban convirtiendo en nada. Cada vez eran menos los mensajes que recibía. Se preocupó y le preguntó el por qué. La respuesta: "Tengo miedo de seguir con esto por mis padres, yo quiero hacerles feliz, darles nietos, casarme con una mujer y vivir en un mundo de mentiras, como todos, por más que yo no sea feliz junto al chico que amo".
Su vida volvió a dar un giro de 180° y volvió a ser el chico depresivo que era antes, pero esta vez, con más ganas de morirse. No se suicidaba por el simple hecho de que no era valiente, o mejor dicho, no tan cobarde.
Se la pasaba llorando día y noche, los 7 días de la semana.
El mayor lo bloqueó de Facebook y cambió el número de celular. Eso lo puso peor, porque ya no tenía manera de comunicarse con él.
Pasan los días, y en uno se le ocurre hacerse un Facebook nuevo, sólo para mandarle un mensaje diciéndole cuánto lo amaba, que no le importaba si él ya no sentía lo mismo. Pero otra vez se llevó una sorpresa, porque le dijo que siempre lo amó y lo sigue haciendo, y además que lo extraña mucho y tiene muchas ganas de verlo, pero se prohíbe verlo por los padres.
Y todo siguió así.
Pasaron 2 años y medio, y el menor nunca dejó de amarlo. Sigue amándolo con la misma intensidad que lo hacía desde aquel entonces. En cambio, el mayor, está indiferente, ya no habla con nadie, ya no le dice que lo ama, tampoco le dice que lo extraña.
Y el menor empezó a sentirse más triste que antes. Pero ahora se le fueron las ganas de morir sólo por tener un sueño, el cual es volverlo a enamorar, volverlo a tener a su lado. Y no se rinde, por más hecho mierda que tenga el corazón lo sigue intentando. Quiere volver con él.